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Una vivencia con Gooday
No hace falta ser un ávido descubridor de aventuras por el mundo, sino simplemente un observador desde la ventanilla del coche rumbo al pueblo de nuestros padres, para dejarnos abrazar por esos recuerdos…
No hace falta ser un ávido descubridor de aventuras por el mundo, sino simplemente un observador desde la ventanilla del coche rumbo al pueblo de nuestros padres, para dejarnos abrazar por esos recuerdos…